¿Nueva jornada Laboral a 37,5 horas semanales?

El Consejo de Ministros ha aprobado un anteproyecto de ley para reducir la jornada laboral máxima legal de 40 a 37,5 horas semanales en cómputo anual, sin reducción salarial. Esta medida, que beneficiará a más de 12 millones de trabajadores del sector privado, busca mejorar la conciliación laboral y la productividad.

¿Cuándo entra en vigor?

Aunque el anteproyecto ha sido aprobado, aún debe pasar por el trámite parlamentario. Se espera que la nueva jornada laboral sea de plena aplicación a partir del 1 de enero de 2026. Los convenios colectivos que contemplen una jornada superior a 37,5 horas semanales deberán adaptarse antes del 31 de diciembre de 2025 para cumplir con la nueva normativa.

¿Qué implica para las empresas y trabajadores?

  • Sin reducción salarial: los empleados mantendrán su salario actual a pesar de la reducción de horas.
  • Registro de jornada: se implementará un registro horario digital y accesible de forma remota para garantizar el cumplimiento de la nueva jornada y evitar horas extras no remuneradas.
  • Derecho a la desconexión: se reforzará el derecho de los trabajadores a no responder comunicaciones laborales fuera de su horario de trabajo, promoviendo un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal.

Las empresas deberán adaptar sus estructuras y procesos para cumplir con la nueva jornada, lo que podría implicar reorganizaciones internas y ajustes en los horarios laborales. Este cambio no requiere modificar los salarios, es decir, los trabajadores cobrarán lo mismo por menos horas de trabajo.

¿Qué efectos puede tener esta reducción?

✅ Lo positivo: promete mejorar la conciliación y el bienestar laboral

🔹 Más tiempo libre para los trabajadores, lo que puede mejorar su calidad de vida y su salud mental.
🔹 Mayor productividad, ya que muchos estudios indican que jornadas más cortas pueden hacer que los empleados trabajen de manera más eficiente.
🔹 Atracción y retención de talento, especialmente en sectores donde la conciliación es clave.

Sin embargo, el problema no está en los beneficios teóricos, sino en cómo se implementará en la práctica.

Las dificultades reales para empresas y autónomos

💰 Más coste para las empresas → Si un negocio necesita cubrir las mismas tareas en menos tiempo, tiene dos opciones:

  • Contratar más personal para suplir esas horas perdidas.
  • Aumentar la carga de trabajo de los empleados actuales, lo que podría generar más estrés y frustración.

🏢 Sectores donde es inviable → En algunas industrias, como la hostelería, la sanidad o la construcción, la carga de trabajo no desaparece porque la jornada se reduzca. Esto podría traducirse en:

  • Reducción de sueldos o precarización, para compensar los costes.
  • Más horas extra no remuneradas, lo que haría que en la práctica la reducción de jornada no se notara.
  • Dificultad para las pymes y autónomos, que no pueden permitirse contratar más personal.

📉 Menos competitividad → Si la reducción de jornada se aplica solo en España y no en otros países, las empresas españolas podrían tener dificultades para competir en sectores donde la producción y los precios dependen de la eficiencia laboral.

Posible pérdida de empleo → Si las empresas no pueden absorber los costes, algunas optarán por despedir empleados en lugar de contratar más, generando un efecto contrario al esperado.

¿Es realmente una medida viable?

Aunque la reducción de jornada puede ser positiva en algunos casos, su éxito depende de cómo se aplique y de si se acompaña de ayudas para las empresas. Si no hay una planificación realista, el resultado podría ser:

🚨 Menos empleo en lugar de más → Si las empresas no pueden asumir los costes, pueden despedir personal en lugar de contratar más.
🚨 Más carga de trabajo para los empleados → En lugar de mejorar la calidad de vida, podrían acabar trabajando más en menos tiempo.
🚨 Dificultades para sectores esenciales → En sanidad o educación, ¿se contratarán más profesionales o simplemente se reducirá la atención?

La jornada de 37,5 horas semanales puede ser un avance, pero sin una estrategia bien definida, podría generar más problemas de los que resuelve. Para que funcione, deberían establecerse incentivos a la contratación, medidas de apoyo a las pymes y un plan claro para los sectores donde la reducción de jornada no es viable sin afectar la productividad.

De lo contrario, corremos el riesgo de que, lejos de ser un beneficio, se convierta en una medida populista que perjudique más de lo que ayuda.

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